Sikuris: El bramido telúrico
Escribe: Eloy Jáuregui (*) | Cultural - 16 nov 2014
Para Omar Aramayo
El siku es la corneta de la memoria. Desde el altiplano peruano, su melodioso aullido, su bramido retentivo viene del vórtice de los tiempos y permanece enhiesto de sinfonías y reclamos. A las orillas del lago Titicaca, el siku, es más que un instrumento musical, es símbolo y encarnación de una herramienta socializadora prehispánica. Y aquel sonido colectivo es el eco histórico de este tiempo andino, de rituales cosmogónicos y festivos, retratados en la eufonía e identidad de la gran nación altiplánica y que hoy contiene una vigencia y belleza que solo un libros como “Sikus y sikuris del Titiqaqa, Apuntes etnomusicológico” de los profesores José Domingo Calisaya Mamani y Fernando Medrano Verano, han podido demostrar con brillantez.
El voluminoso texto que tiene apenas unos meses entre nosotros, forma parte de la reedición de los 50 libros más representativos de la bibliografía de Puno (reeditada hasta ahora y que promete completarse a 100 para el 2015) de todos tiempos publicados por la Universidad Nacional del Altiplano de Puno gracias a un equipo de profesionales de primer nivel de esa casa de estudios, y que aportan un descomunal trabajo de la excelencia académica y las exploraciones científicas en diferentes áreas de investigación. Así, la UNA junto a sus autoridades logra consolidar por primera vez a ese nivel, un trabajo bibliográfico integral y de tamaña magnitud –los 50 títulos son además, de registro no venal— como ninguna universidad peruana, pública o privada, ha logrado ni remotamente.
En tiempos en que las universidades son meras fábricas de títulos y de estación pasajera de los nuevos profesionales en el Perú, la universidad altiplánica logra un aporte trascendental para proyectar actividades investigativas-culturales que a decir del Dr. Lucio Ávila Rojas, ex rector de la UNA-Puno: “Cumplen con hacer público los estudios científicos que realizan los profesores y que permiten a la universidad responder a una de sus funciones sustantivas de su naturaleza, desarrollando investigación científica, tecnológica y humanística, interdisciplinaria, teórica y aplicada, orientada a resolver los problemas de la región y del país”. Ahora el nuevo Rector, el Dr. Edgardo Pineda Quispe ha asumido también la misma ruta de excelencia y de difusión con un mayor impulso.
Otros títulos de esta colección corresponden a autores como Gamaniel Churata, Ernesto More, Emilio Romero, José Antonio Encinas, Luis Urviola, Efraín Miranda, José Luis Ayala entre otros, todos ellos base fundamental de la llamada Biblioteca Puneña y que contienen títulos como “Visita a la provincia de Chucuito – 1567” del cronista Garci Diez de San Miguel, “Historia de Puno” de René Calsín Anco, y títulos más recientes como “Lingüística Regional Puneña”, “El Pez de Oro-1957”, “La Prensa en Puno”, “Conflictos Aymaras”, “La novela puneña” y “La vanguardia poética puneña”, entre otros. Ante este hecho histórico, el poeta Omar Aramayo ha dejado sentado que: “Esta extraordinaria y hermosa aventura en la que se ha embarcado la UNA, con este proyecto editorial, los libros que se presentan, equivalen a diez Candelarias del pensamiento, es una fiesta que ha de durar muchos años, el prestigio de la universidad y su presencia en el imaginario de los lectores está asegurada; teniendo una gran trascendencia en las actuales y futuras generaciones”.
LENGUAJE DEL VIENTO
Y ante esta muestra bibliográfica sin parangón destaca obviamente el estudio sobre los sikus. De José Domingo Calisaya Mamani y Fernando Medrano Verano. Libro de más 400 páginas provisto de una actitud investigativa para hallar en lo popular y lo académico el valor de este instrumento prehispánico y socializador. Ambos pertenecen a la Organización Cultural Armonía de Vientos “Huj’Maya de Puno, por lo tanto el libro es el resultado de un trabajo de campo con verdadera inmersión para descubrir lo profundo del significado del instrumentos y sus ejecutantes.
Está demostrado que entre los instrumentos musicales andinos ancestrales, el siku es uno de los más importantes por sus características sonoras, sus particularidades armoniosas y registros tesiturales. Súmese a esta importancia su organización organológica y sobre todo, la presencia vital de toda una corriente filosófico-antropológica que obliga a una práctica esmerada y a un aprendizaje riguroso. Ningún instrumento andino como el siku para traducir el lenguaje del viento, el canto trágico de las comunidades que desde tiempos inmemoriales han cultivado este arte musical propios de las liturgias de la amplia religiosidad andina.
Los nombres de siku en aymara y phusa en quechua, no tienen traducción al español. No obstante, la tradición popular lo llama simplemente como zampoña. El siku así, desde épocas tempranas, acompaña el devenir sonoro de sucesivas culturas hegemónicas como las de Ayampitin, Viscachani, Wancarani, Qelkatani, Pukara, Tiwanaku, Kolla, Pakaje, Lupaka, Inkha. Los registro y vestigios, siguen siendo difusos pero se puede establecer vínculos con los horizontes culturales como el de los Uros, Pukaras, Tiahuanaco y de los señoríos reinos Aymara, entre otros, los Lupacas, Kollas, Omasuyos, Puccasis, Curacas, Cullahuas, Tallahualla a saber. El siku, sin embargo, es el hilo conductor de nuestro pasado. Así resulta una metáfora que cuenta de los antepasados y hoy es reto para descifrar sobre los procesos etnomusicológicos y todos sus factores.
Estas estaciones históricas ocuparon distintos sectores de la gran meseta del Collao. Por ello los pobladores de las diferentes etnias del altiplano han transfigurado el viento, el trueno, el agua, en piedra y en fuego, ese sentimiento colectivo como la misma lluvia o como el cosmos y todos sus himnos y que para los extranjeros les resulta difícil entender. Frente al portento de los sikuris uno se encuentra con el mismo estruendo telúrico que ha viajada con los tiempos y que reaparece, y vuelve a florecer con mayor brillo y rutilante rumor para derrocar ese imperio de los académicos o de los “gentiles”.
DE CARAL AL TITICACA
El siku, hay que señalarlo con precisión, aparece en toda la geografía sudamericana y con diferentes variantes. En Ecuador y Colombia, en Chile y Argentina, pero solo tiene solución de continuidad en las áreas andinas de Perú y Bolivia. No obstante, hoy se dice con exclusividad que los hallazgos más remotos corresponden a las vertiente cultural costeña (Wari, Moche, Pachacamac Paracas, Nazca) y destaca el sitio de Caral por presentar los sikus (antaras) más antiguas en territorio peruano (3,000 – 1,500 a.d.n.e.) Y existen diferentes tipos de sikus sobresaliendo los sikus de piedra. Siguiendo el rastro hay también sikus líticos desde la región de Puno y hasta Oruro en Bolivia. Dichos sikus demostrarían que estamos ante instrumentos musicales que tienen una antigüedad de 7 milenios y con una práctica social con sonidos multidimensionales que reconstruyen la historia y naturaleza del mundo terrenal peruano.
Cabría distinguir, como señalan Calisaya y Medrano, entre l siku (Pukina-Aymara) y la antara (Quechua). El siku tiene una escala musical dividida en 2 partes, el arka y el ira. La antara en cambio tiene un registro para un solo instrumento. Así, el siku resulta por obligación del uso de la “Técnica del trenzado”. El siku necesita así de 2 instrumentos. El siku dialoga. Esa es su maravilla colectiva. La antara se toca de manera individual, el siku debe de tener por lo menos dos ejecutantes. Esta diferenciación es consustancial para la comprensión del siku altiplánico y el hallazgo único de entender la llamada práctica del “Sentido Circular de los Sikuris”.
Hoy el siku –y en contra de su gesto colectivo– es ejecutado generalmente por hombres quienes forman asociaciones como los ayarachis en Tiahuanaco, los siku morenos o phusa morenos en Puno, también los sikus son ejecutados en Yunguyo, Huancané, incorporando una barra con grupos de varios bombos. El siku moderno posee 13 tubos de bambú en dos hileras de menor a mayor diámetro, amarradas en escala, al soplarlas imitan determinadas notas musicales. La primera fila posee ocho tubos arquiri, seguidor, mientras que la segunda fila posee siete tubos irpire, conductor. Las melodías del siku son ejecutadas usando la técnica del diálogo musical entre el irpire y arkiri, o sea, su sonoridad se halla en la naturaleza de encontrar entre el sonido de un conductor y el de un seguidor.
Sostienen los autores que así como el siku es un instrumento fundamental para entender nuestra historia, “los sikuris” resultan no solo los ejecutantes sino también la música que es interpretada por ellos y por extensión a la danza que los representa. Así el sikuri es un género musical globalizante y base fundamental para entender el devenir de la música tradicional puneña. Así el sikuri ha dejado de tener un concepto exclusivista (conjuntos originarios Conima, Moho, Cojata etc.) para nombrar la conglomerado de conjuntos citadinos que cruzan un proceso de cambio bidireccional. Este efecto permite contar con una tradición viva que van encontrándose con la modernidad a través de sus ‘marchas’, ‘dianas’, ‘aymas’, ‘cacharparis’ y los huaynos altiplánicos.
INSTRUMENTO PROHIBIDO
El gran investigador altiplánico, José Luis Ayala ha señalado que el sikus no siempre fue un instrumento de práctica libre. Y señala que luego de que fuese degollado vivo José Gabriel Túpac Amaru II, se aplicaron otras tantas medidas represivas dictadas por el visitador José Antonio de Areche. De esta manera, la administración colonial desde Madrid, por Cédula Real del 21 de abril de 1782, prohibió la circulación y lectura de Los Comentarios Reales del Inca Garcilaso de la Vega, por considerarlos muy peligrosos para el sistema colonial porque recordaba la grandeza, equidad y religiosidad del sistema de gobierno incaico y, quedaron prohibidas igualmente las celebraciones de la religiosidad andina, pero sobre todo la concurrencia de quechuas y aymaras de cacicazgos, ayllus y comunidades, a los acontecimientos de orden agrario y religiosidad comunal.
De esta manera, el destino del siku ha cruzado por etapas de socialización y también de exclusión. Por ello hay que destacar su valor como elemento masivo de resistencia. Dice el poeta José Luis Ayala: “Consecuentemente se prohibió el uso de instrumentos musicales ancestrales creados por las antiguas culturas peruanas. Este hecho no ha sido debidamente registrado por quienes se han ocupado acerca de los orígenes, desarrollo y modernización de la música quechua y aymara, particularmente en la evolución de los sikus o zampoñas”. Finalmente, el siku, aparte de las virtudes estéticas y técnicas que posee, tiene que ver también con la lucha de resistencia cultural durante muchos siglos, pero ha sobrevivido por su grandeza, contenido sincrético, magia sideral y fuerza cósmica a la ideología dominante. Es un admirable instrumento en el sentido más amplio de la semántica y está destinado en el futuro, a tener un rol central en el histórico proceso de descolonización cultural de las ideas dominantes.
El voluminoso texto que tiene apenas unos meses entre nosotros, forma parte de la reedición de los 50 libros más representativos de la bibliografía de Puno (reeditada hasta ahora y que promete completarse a 100 para el 2015) de todos tiempos publicados por la Universidad Nacional del Altiplano de Puno gracias a un equipo de profesionales de primer nivel de esa casa de estudios, y que aportan un descomunal trabajo de la excelencia académica y las exploraciones científicas en diferentes áreas de investigación. Así, la UNA junto a sus autoridades logra consolidar por primera vez a ese nivel, un trabajo bibliográfico integral y de tamaña magnitud –los 50 títulos son además, de registro no venal— como ninguna universidad peruana, pública o privada, ha logrado ni remotamente.
En tiempos en que las universidades son meras fábricas de títulos y de estación pasajera de los nuevos profesionales en el Perú, la universidad altiplánica logra un aporte trascendental para proyectar actividades investigativas-culturales que a decir del Dr. Lucio Ávila Rojas, ex rector de la UNA-Puno: “Cumplen con hacer público los estudios científicos que realizan los profesores y que permiten a la universidad responder a una de sus funciones sustantivas de su naturaleza, desarrollando investigación científica, tecnológica y humanística, interdisciplinaria, teórica y aplicada, orientada a resolver los problemas de la región y del país”. Ahora el nuevo Rector, el Dr. Edgardo Pineda Quispe ha asumido también la misma ruta de excelencia y de difusión con un mayor impulso.
Otros títulos de esta colección corresponden a autores como Gamaniel Churata, Ernesto More, Emilio Romero, José Antonio Encinas, Luis Urviola, Efraín Miranda, José Luis Ayala entre otros, todos ellos base fundamental de la llamada Biblioteca Puneña y que contienen títulos como “Visita a la provincia de Chucuito – 1567” del cronista Garci Diez de San Miguel, “Historia de Puno” de René Calsín Anco, y títulos más recientes como “Lingüística Regional Puneña”, “El Pez de Oro-1957”, “La Prensa en Puno”, “Conflictos Aymaras”, “La novela puneña” y “La vanguardia poética puneña”, entre otros. Ante este hecho histórico, el poeta Omar Aramayo ha dejado sentado que: “Esta extraordinaria y hermosa aventura en la que se ha embarcado la UNA, con este proyecto editorial, los libros que se presentan, equivalen a diez Candelarias del pensamiento, es una fiesta que ha de durar muchos años, el prestigio de la universidad y su presencia en el imaginario de los lectores está asegurada; teniendo una gran trascendencia en las actuales y futuras generaciones”.
LENGUAJE DEL VIENTO
Y ante esta muestra bibliográfica sin parangón destaca obviamente el estudio sobre los sikus. De José Domingo Calisaya Mamani y Fernando Medrano Verano. Libro de más 400 páginas provisto de una actitud investigativa para hallar en lo popular y lo académico el valor de este instrumento prehispánico y socializador. Ambos pertenecen a la Organización Cultural Armonía de Vientos “Huj’Maya de Puno, por lo tanto el libro es el resultado de un trabajo de campo con verdadera inmersión para descubrir lo profundo del significado del instrumentos y sus ejecutantes.
Está demostrado que entre los instrumentos musicales andinos ancestrales, el siku es uno de los más importantes por sus características sonoras, sus particularidades armoniosas y registros tesiturales. Súmese a esta importancia su organización organológica y sobre todo, la presencia vital de toda una corriente filosófico-antropológica que obliga a una práctica esmerada y a un aprendizaje riguroso. Ningún instrumento andino como el siku para traducir el lenguaje del viento, el canto trágico de las comunidades que desde tiempos inmemoriales han cultivado este arte musical propios de las liturgias de la amplia religiosidad andina.
Los nombres de siku en aymara y phusa en quechua, no tienen traducción al español. No obstante, la tradición popular lo llama simplemente como zampoña. El siku así, desde épocas tempranas, acompaña el devenir sonoro de sucesivas culturas hegemónicas como las de Ayampitin, Viscachani, Wancarani, Qelkatani, Pukara, Tiwanaku, Kolla, Pakaje, Lupaka, Inkha. Los registro y vestigios, siguen siendo difusos pero se puede establecer vínculos con los horizontes culturales como el de los Uros, Pukaras, Tiahuanaco y de los señoríos reinos Aymara, entre otros, los Lupacas, Kollas, Omasuyos, Puccasis, Curacas, Cullahuas, Tallahualla a saber. El siku, sin embargo, es el hilo conductor de nuestro pasado. Así resulta una metáfora que cuenta de los antepasados y hoy es reto para descifrar sobre los procesos etnomusicológicos y todos sus factores.
Estas estaciones históricas ocuparon distintos sectores de la gran meseta del Collao. Por ello los pobladores de las diferentes etnias del altiplano han transfigurado el viento, el trueno, el agua, en piedra y en fuego, ese sentimiento colectivo como la misma lluvia o como el cosmos y todos sus himnos y que para los extranjeros les resulta difícil entender. Frente al portento de los sikuris uno se encuentra con el mismo estruendo telúrico que ha viajada con los tiempos y que reaparece, y vuelve a florecer con mayor brillo y rutilante rumor para derrocar ese imperio de los académicos o de los “gentiles”.
DE CARAL AL TITICACA
El siku, hay que señalarlo con precisión, aparece en toda la geografía sudamericana y con diferentes variantes. En Ecuador y Colombia, en Chile y Argentina, pero solo tiene solución de continuidad en las áreas andinas de Perú y Bolivia. No obstante, hoy se dice con exclusividad que los hallazgos más remotos corresponden a las vertiente cultural costeña (Wari, Moche, Pachacamac Paracas, Nazca) y destaca el sitio de Caral por presentar los sikus (antaras) más antiguas en territorio peruano (3,000 – 1,500 a.d.n.e.) Y existen diferentes tipos de sikus sobresaliendo los sikus de piedra. Siguiendo el rastro hay también sikus líticos desde la región de Puno y hasta Oruro en Bolivia. Dichos sikus demostrarían que estamos ante instrumentos musicales que tienen una antigüedad de 7 milenios y con una práctica social con sonidos multidimensionales que reconstruyen la historia y naturaleza del mundo terrenal peruano.
Cabría distinguir, como señalan Calisaya y Medrano, entre l siku (Pukina-Aymara) y la antara (Quechua). El siku tiene una escala musical dividida en 2 partes, el arka y el ira. La antara en cambio tiene un registro para un solo instrumento. Así, el siku resulta por obligación del uso de la “Técnica del trenzado”. El siku necesita así de 2 instrumentos. El siku dialoga. Esa es su maravilla colectiva. La antara se toca de manera individual, el siku debe de tener por lo menos dos ejecutantes. Esta diferenciación es consustancial para la comprensión del siku altiplánico y el hallazgo único de entender la llamada práctica del “Sentido Circular de los Sikuris”.
Hoy el siku –y en contra de su gesto colectivo– es ejecutado generalmente por hombres quienes forman asociaciones como los ayarachis en Tiahuanaco, los siku morenos o phusa morenos en Puno, también los sikus son ejecutados en Yunguyo, Huancané, incorporando una barra con grupos de varios bombos. El siku moderno posee 13 tubos de bambú en dos hileras de menor a mayor diámetro, amarradas en escala, al soplarlas imitan determinadas notas musicales. La primera fila posee ocho tubos arquiri, seguidor, mientras que la segunda fila posee siete tubos irpire, conductor. Las melodías del siku son ejecutadas usando la técnica del diálogo musical entre el irpire y arkiri, o sea, su sonoridad se halla en la naturaleza de encontrar entre el sonido de un conductor y el de un seguidor.
Sostienen los autores que así como el siku es un instrumento fundamental para entender nuestra historia, “los sikuris” resultan no solo los ejecutantes sino también la música que es interpretada por ellos y por extensión a la danza que los representa. Así el sikuri es un género musical globalizante y base fundamental para entender el devenir de la música tradicional puneña. Así el sikuri ha dejado de tener un concepto exclusivista (conjuntos originarios Conima, Moho, Cojata etc.) para nombrar la conglomerado de conjuntos citadinos que cruzan un proceso de cambio bidireccional. Este efecto permite contar con una tradición viva que van encontrándose con la modernidad a través de sus ‘marchas’, ‘dianas’, ‘aymas’, ‘cacharparis’ y los huaynos altiplánicos.
INSTRUMENTO PROHIBIDO
El gran investigador altiplánico, José Luis Ayala ha señalado que el sikus no siempre fue un instrumento de práctica libre. Y señala que luego de que fuese degollado vivo José Gabriel Túpac Amaru II, se aplicaron otras tantas medidas represivas dictadas por el visitador José Antonio de Areche. De esta manera, la administración colonial desde Madrid, por Cédula Real del 21 de abril de 1782, prohibió la circulación y lectura de Los Comentarios Reales del Inca Garcilaso de la Vega, por considerarlos muy peligrosos para el sistema colonial porque recordaba la grandeza, equidad y religiosidad del sistema de gobierno incaico y, quedaron prohibidas igualmente las celebraciones de la religiosidad andina, pero sobre todo la concurrencia de quechuas y aymaras de cacicazgos, ayllus y comunidades, a los acontecimientos de orden agrario y religiosidad comunal.
De esta manera, el destino del siku ha cruzado por etapas de socialización y también de exclusión. Por ello hay que destacar su valor como elemento masivo de resistencia. Dice el poeta José Luis Ayala: “Consecuentemente se prohibió el uso de instrumentos musicales ancestrales creados por las antiguas culturas peruanas. Este hecho no ha sido debidamente registrado por quienes se han ocupado acerca de los orígenes, desarrollo y modernización de la música quechua y aymara, particularmente en la evolución de los sikus o zampoñas”. Finalmente, el siku, aparte de las virtudes estéticas y técnicas que posee, tiene que ver también con la lucha de resistencia cultural durante muchos siglos, pero ha sobrevivido por su grandeza, contenido sincrético, magia sideral y fuerza cósmica a la ideología dominante. Es un admirable instrumento en el sentido más amplio de la semántica y está destinado en el futuro, a tener un rol central en el histórico proceso de descolonización cultural de las ideas dominantes.
(*) Eloy Jauregui, es profesor de periodismo de la Universidad de Lima, además de ser un prestigioso poeta de la generación Hora Zero, es colaborador de diarios como “El Comercio”, “La Republica” y de las revistas “Caretas” y “Somos”.
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